martes, 4 de marzo de 2014

LAS RENDIJAS DE MI VENTANA


Aquella mañana por las rendijas de mi ventana se colaba un alegre resplandor.

Abrí la cortina, y al verla, me asomé al porche para inmortalizarla, merecía la pena, durante muchos días el tiempo había estado pintado de niebla, lluvia, bruma y frío.

La montaña guardaría en sus cavidades, toda la nieve como reserva para la posible sequia veraniega.

La contemplé llena de luz y pensé en mi vida. Estaba llena de color,  con suaves alas y en un espacio azul. Ahora que habían pasado unos días tristes, solo tenía motivos de alegría, mi presente giraba alrededor de una familia preciosa y dos nietos me hacían sonreír a cada instante.

Los almendros lucían las primeras flores, como esperanza de la nueva primavera y la brisa me regalaba una música especial de nuevos recuerdos.