Amaneció una mañana limpia y
transparente, diferente a otras,
habia algo en el ambiente y en
los colores que la hacían extraordinaria.
Sin pensarlo dos veces, tomó su
máquina de fotos para inmortalizar
el momento y mientras la
preparaba, ascendió al cielo un globo
inmenso que la llenó de alegría
y le regaló una imagen imborrable
que llevaría en el recuerdo para
siempre.
Pensó que era la imaginación.
Desde la capilla repicaron las
campanas y todo se llenó de música.
Y allí se quedó, suspendido en
el cielo, esperando que alguien tirara
de sus hilos para regresar.